Reseña del libro: El viento conoce mi nombre, de Isabel Allende
Viena, 1938. Samuel Adler es un niño judío de seis años cuyo padre desaparece durante la Noche de los Cristales Rotos, en la que su familia pierde todo. Su madre, desesperada, le consigue una plaza en un tren que lo llevará desde la Austria nazi hasta Inglaterra. Samuel emprenderá una nueva etapa con su fiel violín y con el peso de la soledad y la incertidumbre, que lo acompañarán siempre en su dilatada vida.
Arizona, 2019. Ocho décadas más tarde, Anita Díaz, de siete años, sube con su madre a bordo de otro tren para escapar de un inminente peligro en El Salvador y exiliarse en Estados Unidos. Su llegada coincide con una nueva e implacable política gubernamental que la separa de su madre en la frontera. Sola y asustada, lejos de todo lo que le es familiar, Anita se refugia en Azabahar, el mundo mágico que solo existe en su imaginación. Mientras tanto, Selena Durán, una joven trabajadora social, y Frank Angileri, un exitoso abogado, luchan por reunir a la niña con su madre y ofrecerle un futuro mejor.
“El viento conoce mi nombre” es un libro que aborda temas díficiles y muy duros. La novela se centra en el dolor, la separación, la soledad y la incertidumbre de dos niños, separados por décadas y miles de kilómetros.
Isabel Allende irá desnudando poco a poco los horrores del nazismo, la crueldad de las fuerzas armadas salvadoreñas y las políticas estadounidenses. El lector se encuentra frente a una novela que va del pasado al presente constantemente y que lo lleva a recorrer Austria, Inglaterra, El Salvador y Estados Unidos.
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En 1938, en medio de la persecución y el miedo impuestos por Hitler y el nazismo, vemos a una pequeña familia destruida y que va perdiendolo absolutamente todo. En esa historia, Samuel Adler es el protagonista. Samuel es un niño de cinco años que ve con ojos asustados lo que ocurre a su alrededor. Durante un fuerte ataque pierde a su padre, al que encuentran en un hospital y luego envían a un campo de concentración. Tanto Samuel como su madre viven un calvario pero son ayudados por un viejo vecino que los oculta en su departamento y se arriesga por ellos, para mantenerlos a salvo, encariñandose poco a poco con el pequeño Samuel. También está Peter Steiner, un amigo de su padre, que les brinda asistencia y se dedica a buscar a su amigo constantemente e intenta salvarlo. Peter se niega a perder a su amigo pero, sobre todo, se niega a que una esposa y un niño tan pequeño pierdan todo cuánto tienen.
Lamentablemente, madre e hijo deberán separarse. La madre toma la díficil decisión, y la oportunidad, de que su hijo sea llevado a Inglaterra en uno de los kindertransport. La promesa es volver a reunirse pronto y emigrar juntos a cualquier país que los acepte.
Samuel nunca vuelve a ver a sus padres.
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En 2019 una madre toma la decisión de huir de El Salvador con su hija. Anita Diaz, una niña de siete años, es separada de su madre en la frontera de México y Estados Unidos debido a una política gubernamental de tolerancia cero. En un accidente que tuvo de pequeña, perdió a su hermana y la visión. Pese a esto, se maneja muy bien en los diferentes espacios, una vez que se acostumbra a ellos, lo que resultará díficil si tiene que trasladarse cada poco tiempo en diferentes refugios y lugares de ámparo para niños que están en su misma situación. Al quedarse sola se refugia en un mundo que está en su imaginación: Azabahar. Anita durante mucho tiempo sigue con la esperanza de reencontrarse con su madre y siempre recuerda a la familia que ha quedado en El Salvador.
Anita no vuelve a ver a su madre.
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Por otro lado está el caso de otra niña. Su historia no destaca mucho pero se la nombra y se relaciona de alguna manera con la de Anita y la Samuel.
En 1982 hubo una terrible masacre en donde las fuerzas contrainsurgentes salvadoreñas asesinaron a más de 500 personas. Leticia Cordero y su padre se salvaron porque ella estaba muy enferma, internada en el hospital. Habiendo perdido al resto de su familia en esa masacre, completamente dolido y destruido, el padre toma la decisión de irse a los Estados Unidos para proteger a la única hija y familiar que le queda. Una vez que Leticia tuvo el alta médica, se fueron juntos a cruzar el río Bravo, buscando una vida mejor.
Acá debo decir que la masacre de El Mozote y sus descripciones son pobres frente a todo lo que la autora relata sobre el nazismo, pero claro, esta historia no es la “central” o la más relevante del libro, entonces creo que se entiende un poco este hecho.
El lector solo sabe que hubo una masacre y ya.
A Leticia y a su padre parece que les fue bien en Estados Unidos pero no sabemos más de ellos. Nos encontramos más adelante con una Leticia ya mujer, madre, viuda, muy trabajadora, curiosa y que intenta disfrutar de la vida.
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En este libro vemos cuán duro resulta para un niño pequeño tener que alejarse de todos y todo lo que conoce, pero también vemos el dolor inmenso de los padres que deben tomar decisiones díficiles en situaciones drámaticas, a fin de proteger a sus hijos e hijas y darles una mejor vida.
Esta historia, como ya dije, no sigue una misma línea de tiempo, si no que van presentandose capítulos con fragmentos discontinuos, que llevan al lector en un recorrido por diferentes países y que va de una guerra a una masacre a una política de separación cruel.
La historia, a medida que avanza, se vuelve cada vez más compleja. El lector se irá encontrando con con violencia, crueldad, miedo, incertidumbre, separaciones y soledad. Pero no todo puede ser tan malo siempre, ¿verdad?
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“El viento conoce mi nombre” tiene personajes destacables, que llegan al corazón del lector y que comparten mucho entre ellos a pesar de la distancia de edad y tiempo. Estos personajes incluso son personas que irán encabezando los diferentes capítulos que componen esta novela: Samuel, Anita, Leticia y Selena, una joven trabajadora social a la que el caso de Anita toca muy profundo y se lanza de lleno en encontrar a la madre de la niña e intentar reunirlas.
Diferentes circunstancias y el encierro por la pandemia, llevan a que Samuel, ya siendo un anciano, Leticia, siendo una adulta, y Anita, aún en su niñez, se conozcan y deban convivir.
¿De qué manera pueden unirse estos personajes tan diferentes entre sí pero que comparten mucho? ¿Lograrán dejar atrás el dolor?
“El viento conoce mi nombre” es una historia bien escrita y que atrapa al lector desde el principio, es una historia que muestra diferentes problemáticas y tiene una trama sorprendente e inesperada.
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